LA PERSISTENCIA DE LA CEBOLLA



Una propiedad de nuestro aparato visual se denomina  Persistencia de la Visión,  la que se refiere a la particularidad de nuestro cerebro de continuar mostrándonos una imagen, aún con los ojos cerrados.¿ Y bueno, qué tiene que ver esto con un blog tan marcadamente sentimental? 

Acaso al perder mi sentido común (el menos común de los sentidos como decía un viejo profesor de enseñanza media) contemplando un lindo par de ojos soñadores  se mantiene  dentro de mí el rostro de la bella?

Podría ser, pero no va por ese rumbo la presente  divagación, va en cambio, por la dirección de constatar que casi todo lo que he escrito en este blog  da vueltas en torno a la ilusión y la desilusión amorosa, rozando lo majadero, claro que  sabiamente advertí desde un principio, que el blog era una terapia personal para liberar mi psiquis de todo este rollo pasional y sentimental.

En otras palabras, aunque trate de escribir sobre otro tema no puedo dejar de irme por el camino de las frases sensibleras, de describir las emociones que nacen al amparo de una relación de amor, de hablar de los pajaritos que trinan sin cesar al inicio de un enamoramiento, de la felicidad disfrazada de ilusión, del desafío que trae la atracción de los cuerpos, del goce mutuo de la sexualidad alimentada por un sentimiento de amor y pasión, de la tristeza de un rompimiento, de la desolación de quedar solo, de la añoranza sin tregua de lo que pasó y pudo haber sido, en fin, escribir llamando a las lágrimas, de conmover con palabras que suenen y se vean hermosas, o sea, CEBOLLA PURA.


La cebolla como bien se sabe nos hace llorar cuando procedemos a picarla y mientras más fino se pique más lágrimas atormentan nuestros ojos sin que necesariamente estemos tristes o conmovidos, por ello para apartarme de tanta melaza escrita, había decidido un tiempo atrás escribir la última y definitiva entrada final para el blog y retirarme dignamente de este empeño. Pero la Persistencia de la Cebolla me volvió a atrapar, de ello me di cuenta al escuchar una canción de amor de Los Enanitos Verdes (¡qué canción más apestosa diría mi hijo menor!) y simplemente  constaté que me gustan las simples canciones de amor, incluso las más cursis, las que jugando con unas cuantas notas básicas hablan de historias terribles, de finales dolorosos, de pasiones inconmensurables, etc, etc., es decir me gusta la cebolla, aunque con cierto estilo y con un mínimo de calidad y originalidad.


Y esto me lleva a otro episodio que ocurrió poco tiempo después de haber concluido mi última relación “casi permanente”, el escenario no fue una calle desierta de noche, ni una tarde de lluvia otoñal, la acción transcurrió en ..una carnicería; mientras esperaba mi turno de atención, por los altavoces del local empezó a sonar una canción de uno de los cantantes que no soporto escuchar más de un minuto seguido, me refiero al sin par, “trovador” (cillo) Ricardo Arjona. 

En un estado normal de consciencia habría bloqueado mi percepción auditiva o me hubiera dedicado a destrozar mentalmente el incordio auditivo, sin embargo en ese momento, no tenía defensa alguna y principié a escuchar (era un dueto) y un nudo comenzó a ascender desde mi pecho, quitándome el aire, y un mar de lágrimas se derramaron desde mis ojos, ante la mirada atónita de varías maduras y robustas matronas que también estaban en el local ( en ese momento pensé que a la causante de tanta pena le podría haber perdonado todo pero todo. pero nunca el hecho de que al escuchar una canción de Arjona quedara bañado en lágrimas).


 Al final reconozco que soy adicto a la “cebolla sentimental”, es decir es la Persistencia de la Cebolla en toda su plenitud.

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