Y Ahora...A Quién Escribo?




Ahora a quién escribo.   A qué. De una forma u otra me siento libre y puedo caminar sin rumbo por cualquier sendero ya sin pensamientos que me liguen a una realidad que dejó de existir. Es una libertad plena, y eso es una bendición en un mundo en que la libertad es casi siempre perseguida, negada o escamoteada.

Doy gracias a Dios por esta bendición, aunque aun me cuesta prolongar mi gratitud hacia las personas que me rodean, como que se ha andado agotando la reserva de amor , tal vez sea el tiempo de descansar y esperar que vuelvan a recargarse mis estanques e iniciar nuevas jornadas de búsqueda de eso que llaman felicidad en pareja.

Prefiero reírme de esa última frase, es tan rebuscada, tan común, tan ajena a mi ser que me pregunto por qué la he escrito, será que me meto en cada lío para tener inspiración para redactar unas cuantas oraciones sueltas y de buen ver.

O  es que acaso no quiero rendirme a la verdad de que es una inútil pretensión el  creer que el amor es  más que actos sentimentales recargados de emoción, actos dictados tan solo por el arrebato físico químico de la atracción sexual inicial.

El Amor verdadero es más que eso y lo sabemos bien, el problema está en que lo olvidamos con mucha frecuencia.

El Amor verdadero es mucho más modesto y humilde que todas las palabras bellas, rebuscadas, hipócritas y falsas que se puedan decir o escribir en torno a él.

No necesita de palabras se nutre de actos, de hechos, que se tornan semillas de vigorosos lazos de emociones que no amarran sino que unen, que no ahogan sino que liberan, que no poseen sino que respetan.

El Amor no se confunde con el arrebato de una pasión inflamada que se consume pronto en sí misma, sino que va creciendo con el tiempo, arrebatando a quienes se aman de sus egoísmos y pequeñeces , amantes que solo se colman de dicha al ser uno solo.

El Amor verdadero no desconfía sino que se entrega pleno y absoluto sin esperar nada a cambio, sí, aunque suene increíble, es así, nada te pedirá a cambio y se hará más grande cuanto más feliz sea el otro.

Y entonces si escribo con tanta razón de causa sobre el Amor, a qué viene tanto lamento, tanta frase inconsolable sobre la no correspondencia, sobre el destino infatúo de dos personas que no se encuentran, tantas lágrimas por quienes ya no están, ¿dónde queda el Amor ahí?

No lo sé, no tengo una respuesta para ello. Tal vez sea que solo fue que creí amar, que me perdí en lo que no era, quién sabrá la verdad de todo ello? Es una incógnita más, que sumo a mi morral de inquietudes vitales pero que ya no son primordiales, si no he podido dar una contestación a estas alturas de la vida no creo que las pueda encontrar en los años restantes de mi existencia, por lo que tendré que buscar otras fuentes de inspiración...¿quién sabe de repente me puedo volver pintor?


Ahí veremos qué pasa.




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