LA PERSISTENCIA DE LA CEBOLLA O LOS ESCRITOS INMERECIDOS




En una de las entradas de este año, Lorena me comentaba que cierta persona no se merecía que yo le escribiera, aunque lógica o racionalmente estoy de acuerdo con dicho acierto, y que de verdad creo que lo que se escribe con sinceridad y con el corazón, debería ser dedicado, en el caso de ser dedicado, a una persona que de alguna forma comparta y respete el sentido de lo escrito.

Pero esto va en completa contradicción con el fenómeno que he dado por denominar Persistencia de la Cebolla,  la “cebolla” no tiene lógica, ni posee criterio suficiente para alcanzar a discriminar si un escrito, una canción o cualquier forma básica de expresión artística puedan ser merecidas por la persona o el hecho que les da origen, más bien es todo lo contrario, muchas veces mientras más ingrata (o) es la causante más duele el recordar y más ganas dan de ponerse a llorar y de escuchar canciones tristes o de escribir un panfleto lacrimógeno.

Sin embargo también hay un aspecto que es válido y quizás profundo: muchas veces el dolor y la pena son auténticos y el poder de alguna manera liberarse de ellos aunque sea de una forma tan simple es una liberación válida y también un testimonio de algo que fue importante y verdadero.


Las próximas entradas del blog se intitularan Los Escritos Inmerecidos, son escritos carentes de sentido común, de no darme cuenta que la historia había concluido, son escritos desprovistos de un sentido de la realidad sensato, sensato en cuanto a no aquilatar las condiciones y los atributos reales de la persona que les dio origen, escritos que se originan en las entrañas de los sentimientos, en las fronteras  de la dignidad, al final, un testimonio de momentos muy tristes y amargos de mi existencia y debo reconocerlo de cierta belleza y con algún grado de virtud y pureza.

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